July 06, 2006

Tintas.

Gracias a Dios por mis nuevas paredes rosas. El mundo allá afuera no acaba de acomodarse, llueve, hace calor, no se decide. No he querido darme cuenta, pero he dejado historias del otro lado del pasillo, amontonadas en la alfombra, atrás de muebles que no me pertenecen. En bolsas negras tiré las que no me gustaban, las que ya no servían de nada y me llevé solo las mejores, acomodadas en nuevas repisas. Mi realidad, como mis paredes, cambia. Despido amigos sin mariachis y sin golondrinas, maestros y familia por eso de las horas extras, me quedo con lugares vacíos y calcomanías que no se pudieron despegar del todo. Lloro, ya nada es lo mismo. Tengo una planta por eso de las energías y una lámpara de lava para recordar que así somos: como burbujas… Mis libros llenos de cuentos y de hojas secas, dibujos, papeles, recuerdos de pasados que no se van y manchas que no se quitan… Y un espejo enfrente de la cama que ya me hacía falta no solo por eso de las vanidades sino también para ver si se pueden duplicar sueños.


Y en un estante descansan mis diarios llenos de fechas a los que acudo en días como hoy en los que las realidades no son tan fuertes como para vivir en ellas… por eso recorro páginas anaranjadas manchadas de tinta negra, para encontrarte a ti a través de renglones, de días, de pedazos de canciones… Para acordarme de que exististe, de que fuiste mio con vista al mar, para encontrar de nuevo esa felicidad que guardo en un boleto de cine haciendo la función de apartahojas justo a la mitad del verano bisiesto del año en que se suponía que se iba a acabar el mundo… Y todo vuelve, vuelves tú, tu aire salado, el humo de tu cigarro, el reflejo de tus ojos verdes, tu risa, mi voz, la paz que me inunda el alma… Vuelve todo y se vuelve eterno mientras no se me ocurra cambiar de hoja.

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