Angel.

En los rincones donde la luz ciega, esconde las alas: las disfraza de colores, cada pluma un sueño. Tira la ceniza del cigarro, te mira y sonríe. En caída libre, la eternidad se detiene en su perfil de niño. Él y sus exactitudes de siempre, ángulos perfectos impecablemente acomodados en sus pómulos. Piel blanca, toque suave. Ríe para descubrir el universo, la vida, el alma que descifra el mundo. Un ángel caído, perdido entre dos pulsaciones, en un nuevo latido. Amor equivocado pero eterno, vicio de realidades fugaces. Pronuncia tu nombre y a su voz la envidian las olas. Lo miras; es hermoso. Quizás él también busca tus alas cuando inevitable le das la espalda.

Volverás a verlo?...
Deberías.
Él se ha quedado con tu alma en el tono preciso del verde que destella, interminable, en su mirada de mar de julio.