Realidades.

Hay veces en las que la realidad decide no entrar y quedarse atrás de la puerta. Con una vela encedida, qué más da si afuera cae una tormenta. Y son esos momentos de música nueva los que hacen que esto valga la pena. No son los besos, no, ni las manos prohibidas. Son las palabras que vuelan, lo que queda en el aire en donde está la magia. Sí, gracias por el secreto. Tienes la habilidad de detener el tiempo, quizá sea por negar promesas, quizá por evitar fracasos.
Sigamos libres; tú con tu realidad y yo con la mía: tan diferentes que valdrá la pena evitarlas de pronto, de vez en cuando, hablando quedito para que nadie sepa. Así, tal vez, logremos engañarlas, taparles los ojos junto con los nuestros y cerrarles la puerta.
Que se quede todo el mundo afuera, que nadie se entere que existe otro universo encerrado entre tus paredes.