September 21, 2006

El mar.

El mar. Desde que me acuerdo, ha sido el mar. Creo que me enamoré de él con apenas 4 años y aquella caminata por la casa en la playa en Maeva. Luego fue la playa de Las Hadas, también en Manzanillo. Las historias de mi papá y mi abuelo y de su infancia en Colima me lo reafirmaron. Y luego, nuestro primer contacto real, a mis 11 años; cuando me le perdí a mi papá snorkeleando en Cozumel. Gracias a eso, a una crisis económica que nos limitó las vacaciones, la escuela y demás, perdí contacto con mi mar durante 7 años. Me acordaba de sus olas y de lo que me prometían a murmullos pausados y rítmicos... Siempre le creí. Siempre supe que el mar, en su lenguaje, me revelaba secretos de vidas pasadas que yo no recordaba pero que él si se guardaba entre sus aguas y la sal... Y esperé.
Fue así como aquel secreto tan bien guardado apareció de la nada y bastó una primera mirada para saber que era todo y más de lo que yo había deseado alguna vez en la bahía. En sus ojos estaban todos los cambios de rumbo de la marea, y en cada parpadeo rompía una ola con una nueva promesa para mi. Era yo suya desde antes de saberlo y él mio desde antes de nacer. Lo sabíamos nosotros y lo sabía el mar, y sin quererlo ni planearlo vivimos el mejor amor del mundo en las mismas playas de la casa de Maeva que para ese entonces ya era sólo unos pedazos de madera viendo el anochecer.

Él jugó entre las olas, su piel de espuma con la luz de la luna. Nunca había sido tan feliz. Nunca me habían revelado la eternidad a través de un beso, nunca me había sentido tan completa, tan terminada. Nunca hasta entonces y nunca después de él. Viví más vidas en sus labios de las que he vivido en 25 años, lo amé, me amó y se fue. Se fue sin decir nada, como las olas. Se lo llevó el mar de regreso para tener a su ángel privado, a su ángel de agua y así poder seguirme prometiendo tiempos mejores, tiempos perfectos como aquel verano secreto que quizá no debió existir.

Desde entonces, no estoy en paz más que cuando veo y oigo el mar. No estoy en paz porque estoy incompleta, en búsqueda siempre de lo que perdí en sus ojos. Y sólo el mar que guardó el secreto de nuestro amor equivocado, me regresa la tranquilidad que me dió su abrazo blanco. Desde entonces entiendo mejor el murmullo de las olas que me dicen que espere, que él volverá algún día. Desde entonces sólo espero la promesa del aire salado, del respirar pausado y del vaivén eterno que quizá, si yo lo creo, me regrese a mi niño con ojos de océanos verdes, a mi única ancla, y quizá así mi vida deje de estar tan a la deriva y quizá también yo me encuentre a mi misma de nuevo; que estoy tan perdida desde hace tanto y tan cansada de buscarme en ciudades sin playa y en cafés parecidos al Café Jardín...

3 Comments:

At 11:37 AM, Blogger Millhouse said...

YO POR ESO SIEMPRE ANDO EN EL AGUA

 
At 12:47 PM, Blogger Sir Pitirijas Mcloud said...

YO le tengo tanto respeto al mar que no me baño jojojojojo

 
At 1:09 PM, Blogger Vain¡lla said...

jajajaja, que mensos los dos.

 

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