Confesion.

Confieso, con todo mi pesar, que soy igual de cursi que todo lo que a veces me da por criticar. Confieso que desde que me acuerdo he querido encontrar a esa persona con la que pueda pasar toda mi vida y que sé que cuando eso suceda me voy a entregar completa y no me va a importar nada más. Confieso que sueño con el día en que ese alguien prepare algo especial para pedirme que esté con él ya para siempre, pero confieso también que dudo que algún día alguien se tome esa molestia porque ni siquiera nadie nunca me ha mandado flores. Confieso que cuando paso junto a una tienda de novias me pregunto si yo algún día me voy a probar un vestido de esos y me imagino que tal vez me voy a ver bien bonita y que a mi mamá le va a dar mucha emoción y que mi papá se va a poner bien pedo en la boda, igual que mi hermano y mis amigos y mis suegros y que va a ser el día más feliz de mi vida; y que vamos a brindar con champaña y a ver el típico y odioso video de fotos desde que éramos chiquitos, y que mi primo el que nunca habla se va a aventar el speech de felicidades a los novios, y que todo esto va a pasar en alguna playa para que el mar sea testigo como siempre de los mejores momentos de mi vida y que todos los invitados van a decir ay fue una boda bien bonita y bailamos y bailamos y Millhouse traía la cámara y ve las últimas fotos que tomó ya no se alcanza a ver nada de tan borracho que estaba…

Pero luego vuelvo a la realidad y al ahora y veo todo eso tan lejos… Y no lejos de tiempo porque eso sería lo de menos, sino lejos de que algún día pueda pasar de a de veras, de que alguien quiera compartirlo todo conmigo sin cansarse y sin distraerse y sin aburrirse…
Tal vez sea por eso que me da por llorar en las bodas… no porque me de emoción ver entrar a la novia, ni porque desde ese momento le vaya a cambiar la vida ni nada de esas cosas, sino porque me gustaría tanto algún día estar yo ahí y lo veo tan, pero tan difícil; que lo único que me queda es defenderme diciendo que guácala todas esas cosas y que qué weba tanta cursilería… pero no, ahora lo saben, lo confieso y ya no me importa, maldita sociedad que nos inculca todas esas mamadas, sí, yo lloro en las bodas y qué y qué.