Expectativa.

Es sólo en la melancolía donde te encuentro. No cuando estás conmigo, no cuando me enredo en tus brazos. Me gusta verte así, lejos, imaginar lo que pasaría en un tiempo aparte que no existe ni podrá existir nunca... pero es justo ahí donde eres mejor, a la mitad de la expectativa. Es cuando estás de espaldas a mi cuando te siento más cerca, cuando finges no mirarme pero me miras completa. Es mejor vivir con la imagen, con una historia ficticia donde nada sale mal nunca. A veces, eso se nos olvida y nos da por querer tenernos, escaparnos; y nos miramos de verdad, reales por unos instantes. Entonces recordamos que no, que lo mejor será guardar espacios, ángulos, alternativas.

Así, cuando se acaba todo, regreso a mi casa y me aferro a aquel libro que me prestaste, no lo puedo terminar, no he querido. Sus páginas son el único recuerdo del cuento nuestro que no debe tener final, que para que exista no debe de ser contado.

En noches asi.

Una noche así de rara no se da muy seguido. Entre vodkas, recuerdo verlo lejos, mirándome a través del humo y las personas. En noches así, los besos no tienen dueño ni nombre, y generalmente a uno se le olvida el suyo también, porque noches así son la oportunidad perfecta para cambiar de identidad, inventarnos todos nuevos. Es temprano pero no existe el tiempo, decido escaparme con él y sus manos peligrosas; es otro distinto al que yo conocía quizá por efectos de la cerveza... Su casa y sus labios que se difuminan con lo oscuro, luces fugaces brillan tenues en su mirada. El amor con disfraz creativo, ese amor que es el más puro porque sólo sabe existir en brevísimos instantes. Confesiones desnudas con acento extranjero... No lo dejaré olvidarlo, no esta noche a pesar del whiskey a gotas en su piel blanca.

Me he quedado ahi, lo sé, me quedé contigo en la ausencia.
Y seguirás así por un buen rato, imaginando lo que no somos.