El mar.
El mar. Desde que me acuerdo, ha sido el mar. Creo que me enamoré de él con apenas 4 años y aquella caminata por la casa en la playa en Maeva. Luego fue la playa de Las Hadas, también en Manzanillo. Las historias de mi papá y mi abuelo y de su infancia en Colima me lo reafirmaron. Y luego, nuestro primer contacto real, a mis 11 años; cuando me le perdí a mi papá snorkeleando en Cozumel. Gracias a eso, a una crisis económica que nos limitó las vacaciones, la escuela y demás, perdí contacto con mi mar durante 7 años. Me acordaba de sus olas y de lo que me prometían a murmullos pausados y rítmicos... Siempre le creí. Siempre supe que el mar, en su lenguaje, me revelaba secretos de vidas pasadas que yo no recordaba pero que él si se guardaba entre sus aguas y la sal... Y esperé.
Fue así como aquel secreto tan bien guardado apareció de la nada y bastó una primera mirada para saber que era todo y más de lo que yo había deseado alguna vez en la bahía. En sus ojos estaban todos los cambios de rumbo de la marea, y en cada parpadeo rompía una ola con una nueva promesa para mi. Era yo suya desde antes de saberlo y él mio desde antes de nacer. Lo sabíamos nosotros y lo sabía el mar, y sin quererlo ni planearlo vivimos el mejor amor del mundo en las mismas playas de la casa de Maeva que para ese entonces ya era sólo unos pedazos de madera viendo el anochecer.
Él jugó entre las olas, su piel de espuma con la luz de la luna. Nunca había sido tan feliz. Nunca me habían revelado la eternidad a través de un beso, nunca me había sentido tan completa, tan terminada. Nunca hasta entonces y nunca después de él. Viví más vidas en sus labios de las que he vivido en 25 años, lo amé, me amó y se fue. Se fue sin decir nada, como las olas. Se lo llevó el mar de regreso para tener a su ángel privado, a su ángel de agua y así poder seguirme prometiendo tiempos mejores, tiempos perfectos como aquel verano secreto que quizá no debió existir.
Desde entonces, no estoy en paz más que cuando veo y oigo el mar. No estoy en paz porque estoy incompleta, en búsqueda siempre de lo que perdí en sus ojos. Y sólo el mar que guardó el secreto de nuestro amor equivocado, me regresa la tranquilidad que me dió su abrazo blanco. Desde entonces entiendo mejor el murmullo de las olas que me dicen que espere, que él volverá algún día. Desde entonces sólo espero la promesa del aire salado, del respirar pausado y del vaivén eterno que quizá, si yo lo creo, me regrese a mi niño con ojos de océanos verdes, a mi única ancla, y quizá así mi vida deje de estar tan a la deriva y quizá también yo me encuentre a mi misma de nuevo; que estoy tan perdida desde hace tanto y tan cansada de buscarme en ciudades sin playa y en cafés parecidos al Café Jardín...
Feliz cumpleanios a mi.
Llevo unas horas de tener 25 años. Me despierto con las felicitaciones de mis papás y sus regalos, no podría pedir nada más. Llego a la oficina y me llenan de abrazos. Pero sin duda de los mejores regalos que me han dado me lo encuentro en el blog de Millhouse:
Primero, a la flaca pervertidora de nínfulos, artista por dentro pero publicista por circunstancia, la del alma rebelde que busca ancla; esa que ama los gatos y puede pasar 3 días trazando 6,778 paths en illustrator pero cree que el amor eterno dura 3 meses. Mí flaca (perdón por el sentido de pertenencia) esa flaca que me vuelve loco cuando caza en las noches, cuando mira, acorrala y mata (lo mejor es cuando yo decido la presa). La única que tiene la misma cantidad de referencias pendejas que yo (hadouken), la que siempre negará su lado geek y nunca será dork pero siempre se reirá de mis chistes. Con la que crié 9 hamsters y el gusto por los vectores, la del amor fantasma que aparece y desaparece, la de las tardes bizarras donde el mundo confabulaba en contra nuestra. La misma flaca que dice que todo estúpido es hombre pero no puede pasar una noche sin uno al lado o mejor aún en el sueño. Para tí flaca muchas felicidades, espero siempre tengas un departamento reservado para mí en tu corazón por que tú ya tienes uno en seattle, que te acabo de poner.
Nunca nadie me había regalado algo como esto. De verdad me emocioné, con decir que casi lloro... ¡¡Gracias amigo Millhouse!!
Los 25 pintan bastante bien.
Deseo.
A una semana de que se acaben mis 24, me pongo a pensar en el deseo que pedí hace casi un año al apagar las velitas del pastel: Que regrese, deseo que regrese, deseo volverlo a ver, que aparezca... Cerré los ojos con fuerza y soplé. Al fin y al cabo, llevaba pidiendo ese mismo deseo cinco años seguidos y no sólo cada cumpleaños, sino cada vez que se me atravesaba una oportunidad, una pestaña que se caía, una estrella fugaz a la mitad del cielo, una catarina que se parara en mi hombro... Pero nunca, nunca pensé que 16 días después de pedir el deseo que me correspondía por cumplir un año más, éste se me iba a cumplir...
Ese 1ero. de octubre te quise más que nunca. El mismo amor antiguo tan gastado, tan oído, tan repasado... Ese mismo amor nuevo, distinto, misterioso, disfrazado... Y a partir de entonces, después de que decidiste no pararte por mi vida en más de cinco años, empezaste a aparecerte en todos lados. Fiestas, bares, revistas, en la tele, en el internet, en pósters en la calle, a mis amigos, en todos lados. Ahí tú, distante y de papel, estático, en fotos, con esa sonrisa exacta y lejana a dos metros de distancia pero en quién sabe donde...
Y ya sé, fue mi error. Pedí que regresaras, que te aparecieras, pero jamás pedí que te quedaras conmigo.
Este año seré mucho más específica.